Las cruces de guía son una estampa muy singular de la
Semana Santa de Sevilla.
Encarnan la espera de una cofradía al transitar por un determinado
lugar. En esa calma hasta que aparecen, aflora lo mejor que alberga
nuestra memoria. Se recuerdan a familiares y amigos que ya no están
entre nosotros. Se mira a los más pequeños con la esperanza de que las
siguientes generaciones se empapen y adopten como suyas nuestras
vivencias, con una y otra cofradía.
En ese instante, la
aparición de las cruces rompe cualquier pensamiento que evoque al pasado
y al futuro y nos devuelven al hoy para ampliar, aun más si cabe,
nuestra experiencia con la Pasión de Cristo. Ese nazareno que porta la
Cruz, abre la Semana Santa de cada uno, ya sea anunciada con banda de
cornetas o sin ella.
Y es que, atrás quedaron aquellas
bandas a caballo
que precedían a los cortejos de cada hermandad, que rivalizaban por
conseguir el galón a la mejor formación musical. En la actualidad, sólo
La Paz lleva un escuadrón a caballo abriendo la comitiva. La
cruz de guía es la encargada de abrir el cortejo de todas las hermandades que llevan a cabo su estación de penitencia a la
Santa Iglesia Catedral.
Es, por sí sola, un símbolo de cada corporación nazarena y, en muchos
casos, piezas de indudable valor artístico. Además, la mayoría reflejan
en sus tallas las características de cada hermandad y las distintas
formas de entender la tradición: la sobriedad, el recogimiento, la
austeridad; o también, la opulencia, riqueza o exuberancia.
Existen
cruces de guía que tienen un marcado carácter sobrio en la Semana Santa
de Sevilla. En estos casos no existe la plata, dorado o labrado. Son
cruces de carácter arbóreo como ocurre en las cofradías de
Los Javieres o
El Calvario. Otras son titulares de la hermandad, como ocurre en
El Silencio -como se puede observar en la imagen de la izquierda- con la
Cruz de Jerusalén, a la que se le canta una saeta a la salida de su sede. La hermandad de El Sol lleva insertado un
Lignum Crucis en su cruz de guía, que va escoltada por acólitos turiferarios y ceriferarios.
En
Vera Cruz esta insignia que abre la cofradía, tiene inscrita la leyenda «
Toma tu cruz y sígueme». Y, en la Soledad de San Buenaventura también es titular de la hermandad ya que ésta se fundó en torno a la
Cruz de Caño Quebrado, hoy representada en la cruz de guía, realizada en plata y sándalo, de la hermandad. En
Santa Cruz,
cuatro faroles acompañan a su cruz de guía, en plata de ley,
representando la Santa Cruz de cerrajería de su propio barrio y los
cuatro puntos de luz que la iluminan. La Hermandad, en este caso, se
convierte en una parte intrínseca de esta zona de la ciudad reflejada
desde el inicio del cortejo procesional.
Hay
otras cofradías con cruces de guía que tienen tallados elementos
pasionistas en su crucero, como ocurre en las hermandades del
Gran Poder,
la Lanzada o
la Exaltación. Todas ellas doradas sobre madera tallada de forma prodigiosa. Las hermandades de
la Quinta Angustia,
Pasión o la
Sagrada Mortaja
mantienen cruces alzadas como signo inequívoco de sobriedad. La primera
de ellas, incluso velado con un paño morado. Se singulariza claramente
el inicio de la procesión, que anuncia una forma clara el sentir y el
vivir de esta tradición centenaria, que no es otra que la celebración de
la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
La
de Pasión tiene un sonido inconfundible. Lleva una serie de campanillas
al igual que ocurre con el acompañamiento de la cruz de guía de la
Sagrada Mortaja, con servidores y libreas portando faroles de mano y el
muñidor. Es uno de los sonidos más singulares de la Semana Santa de
Sevilla. Y relacionada también con la música, la cruz de guía de la
hermandad de
los Servitas -que se puede observar en la
imagen de la izquierda- es la única que escucha los sones de una música
de capilla. Oír «saetillas» al contemplar el inicio de este cortejo es
toda una delicia para los sentidos.
La hermandad de
Las Siete Palabras
mantiene una de las cruces de guía más antiguas de la capital
hispalense. No obstante, si existe una imagen única en la Semana Santa
de Sevilla, esa es la cruz de guía de lahermandad de la Amargura. La
escena de los cuatro nazarenos con la cola recogida en su brazo, con la
Cruz de Malta
en el pecho, túnicas blancas, dos faroles, el fiscal y la Cruz… A pesar
de ser reproducida en tantas ocasiones y ser símbolo de nuestra Semana
Santa en tantas otras, esa Cruz es Sevilla en estado puro.
Cruces de Guía de barrio
La
exuberancia la podemos contemplar en muchas cofradías, sobre todo en
las de barrio. Ejemplos claros se observan en las cruces de guía de las
hermandades de la
Esperanza de Triana y
la Macarena.
La plata de ley repujada rebosa en el inicio de estas cofradías que se
dirigen al Templo Metropolitano desde dos de los barrios más
emblemáticos de la ciudad. El trabajo de
Jesús Domínguez Vázquez y
Manuel Seco Velasco, respectivamente, singularizó el inicio de estas comitivas de la
Madrugá de Sevilla.
La cruz de guía de
San Benito es otro ejemplo de esta tipología, donde cristalizó el gran trabajo de la talla a cargo de
Antonio Martín con ángeles de
Rafael Barbero. Otros ejemplos de cruces de guía de barrios se pueden admirar en la hermandad de
Los Gitanos, obra de Antonio Vega;
La Sed, de Manuel de los Ríos; en las cofradías de
Montesión y
La Estrella -como se puede observar en la imagen de la izquierda-, ambas de Jesús Domínguez; en la cruz de guía de
El Cachorro, obra de Rafael Román, realizada en plata y carey en el año 1917;
La O,
San Bernardo…
De todas formas, la bajada de la rampa de la
Colegial del Divino Salvador de la cruz de guía de la
Archicofradía del Amor
portada por nazarenos negros, delante de los pequeños nazarenos
blancos, es una estampa que abre la Semana Santa de Sevilla de siempre y
que pone en marcha el reloj que refleja que todo se está consumando. Es
el inicio de casi todo. Con esa cruz de guía pueden estar
reflejado
el alma y el corazón de tantos cofrades que piensan que un año más han
llegado al encuentro con la Jerusalén de Occidente.